Es un tipo de violencia invisible, se da de forma psicológica, o a partir de referencias estereotípicas culturalmente asignadas a las mujeres.

Comúnmente busca la (des)calificación de las capacidades de las mujeres para hacer política; esto, a partir de sus roles de madre o esposa, así como de sus trabajos previos, o por el hecho de estar en un espacio, que anteriormente, se consideraba como exclusivo de los hombres.

Se relaciona con los recursos asignados por ley a los partidos políticos, y el financiamiento que estos otorgan o niegan a sus candidatas, la mayoría de las veces, de manera discrecional. Asimismo, se relaciona con los fondos asignados para su desempeño en cargos públicos, los cuales en muchas ocasiones no se les entregan por ser mujeres.